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El cáncer de próstata es una de las enfermedades más comunes en el hombre, esta afección se genera en una glándula que se encuentra debajo de la vejiga de los hombres y que produce parte del líquido seminal.

Médicamente, no se ha encontrado una causa específica que genere este tipo de cáncer, en ocasiones se deriva de cambios genéticos heredados, lo que significa que nacen con ellos o, por otro lado, hay ciertos cambios genéticos que ocurren durante la vida que pueden aumentar el riesgo de cáncer de próstata.

Es por esto que tener un diagnóstico temprano es clave, porque este tipo de cáncer a menudo no presenta síntomas en sus primeras etapas. Por eso, los exámenes regulares son fundamentales, especialmente para hombres con factores de riesgo como edad avanzada, antecedentes familiares o ciertas condiciones genéticas.

En sus primeras etapas, el cáncer de próstata suele ser silencioso, sin embargo, en etapas más avanzadas, pueden aparecer síntomas como:

Para lograr la detección de este cáncer existen varios exámenes que ayudan a detectar el cáncer en sus primeras etapas.

Los más comunes y recomendados son:

¿Con qué frecuencia deben hacerse estos exámenes?

La frecuencia de estos estudios de diagnóstico depende de la edad, los factores de riesgo y los resultados de exámenes previos. Generalmente, se le recomienda a los hombres de 50 años o más realizarse el PSA y el tacto rectal cada 1-2 años si no hay factores de riesgo.

En el caso de hombres con factores de riesgo, es recomendable iniciar los exámenes entre los 40 y 45 años y hacer un seguimiento más cercano y si los resultados no son favorables, el médico puede recomendar un seguimiento más frecuente o pruebas adicionales.

La detección temprana del cáncer de próstata es clave para aumentar las posibilidades de un tratamiento exitoso y una mejor calidad de vida. Aunque esta enfermedad puede ser silenciosa en sus primeras etapas, los exámenes como el PSA, el tacto rectal y la resonancia magnética permiten identificarla a tiempo y tomar medidas oportunas.

La prevención y el control médico regular son fundamentales, especialmente para aquellos hombres con mayor riesgo. No esperes a presentar síntomas, consulta con tu médico y mantén un chequeo preventivo. La detección temprana puede marcar la diferencia.

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